:Lucia ,Jesus MasanaAngelina: agutierrezmasero@ yahoo.es;Vincent Correcher ;vagarne

29 de julio de 2014

EL DÍA QUE JESÚS GUARDÓ SILENCIO

TERMINO DE RECIBIRLO Y ME PARECE MUY HERMOSA REFLEXIÓN SOBRE LOS ACTOS DE NUESTRA EXISTENCIA... !

                                                                       

Aún no llego a comprender cómo ocurrió, si fue real o un sueño. Solo recuerdo que ya era tarde y estabá en mi 
sofá preferido con un buen libro en la mano. El cansancio me fue venciendo y empecé a cabecear..En






algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en

especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del

suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones.
Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado : muchachos que a MÍ me 

habían gustado!

Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar de donde me encontraba. Este inmenso salón, con sus

interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.

Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi

memoria había ya olvidado.
Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los

ficheros  al azar para explorar su contenido.
Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de  culpa

tan intensos que tuve que volverme para

ver si alguien me observaba.

El archivo "Amigos" estaba al lado de "Amigos que traicioné" y "Amigos que abandoné cuando más me

necesitaban".
Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. "Libros que he leído", "Mentiras que he dicho", "Consuelo que he

dado", "Chistes que conté", otros títulos eran: "Asuntos por los que he peleado con mis hermanos", "Cosas

hechas cuando estaba molesta, "Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niña", "Videos que he visto"...
No dejaban  de sorprenderme  los títulos.!

En algunos ficheros habían muchas

más tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba.

Estaba atónita del volumen de información de mi vida que había acumulado.
¿Sería posible que hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de esas millones de tarjetas? Pero cada 

tarjeta confirmaba la verdad. Cada una

escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma.

Cuando vi el archivo "Canciones que he escuchado" quedé atónita al descubrir que tenía muchísimas No  vi su fin. Me sentí avergonzada, no por la calidad de la música, sino por la gran

cantidad de tiempo que demostraba haber empleado.

Cuando llegué al archivo: "Pensamientos ocultos! Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos

centímetros.. Me avergonzaba !. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido.

Me  he  asqueado al constatar que "ese" momento, escondido en la oscuridad, había quedado registrado... No 

necesitaba ver más...

Un instinto animal afloró en mí. Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe de ver estas tarjetas jamás
.
Nadie debe entrar jamás a este salón..

¡Tengo que destruirlo!.
En un frenesí insano, arranqué un cajón, tenía que

vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola del cajón. Me desesperé

y trate de tirar con mas fuerza, sólo para descubrir que eran mas duras que el acero cuando intentaba

arrancarlas
.
Vencida y completamente indefensa,

devolví el cajón a su lugar.
Apoyando mi

cabeza al interminable archivo, testigo invensible de mis miserias, empecé a llorar. En eso, el título de un

cajón pareció aliviar en algo mi situación:
"Personas a las que les he compartido lo bueno de mi !. La manija brillaba,

al abrirlo encontré menos de 10 tarjetas.

Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al

suelo

llorando amargamente de tristeza!. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie deberá entrar a este

salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.

Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no!, ¡por favor no!, ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús!.

Jesus estaba frente a mí, lo ví  cómo abría los cajones y leía mis fichas,una a una

I No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada.
Intuitivamente Jesús se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus

ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza , me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de

nuevo. Él, se acerco, puso sus manos en mis hombros.
Pudo haber dicho muchas cosas. Pero  no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día

en que Jesús guardó silencio... y lloró conmigo.

                                                                       


Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba 

su nombre sobre el mío....... ¡No!......., le grité corriendo hacia El.
Lo único que atiné a decir fue solo ¡no!, ¡no!, ¡no! cuando le arrebaté la ficha de su mano. Su nombre no tenía

por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su

nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste

y siguió firmando las tarjetas.

No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me

miró con ternura a los ojos y me dijo:
Consumado es, está terminado, yo he cargado con tu  culpa. En eso salimos juntos del Salón...

Salón que aún permanece abierto.... Porque todavía faltán más tarjetas que escribir...
Aún no se si fue un sueño, una visión, o una realidad... Pero, de lo que si estoy convencida, es que la próxima

vez que Jesús vuelva a ese salón, encontrará más fichas de que alegrarse, menos tiempo perdido y menos

fichas vanas  !