TERMINO DE RECIBIRLO Y ME PARECE MUY HERMOSA REFLEXIÓN SOBRE LOS ACTOS DE NUESTRA EXISTENCIA... !
algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en
especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del
suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones.
Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar de donde me encontraba. Este inmenso salón, con sus
interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.
Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi
memoria había ya olvidado.
Cuando vi el archivo "Canciones que he escuchado" quedé atónita al descubrir que tenía muchísimas No vi su fin. Me sentí avergonzada, no por la calidad de la música, sino por la gran
cantidad de tiempo que demostraba haber empleado.
Cuando llegué al archivo: "Pensamientos ocultos! Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos
centímetros.. Me avergonzaba !. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido.
Me he asqueado al constatar que "ese" momento, escondido en la oscuridad, había quedado registrado... No
necesitaba ver más...
Un instinto animal afloró en mí. Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe de ver estas tarjetas jamás
.
Nadie debe entrar jamás a este salón..
¡Tengo que destruirlo!.
Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no!, ¡por favor no!, ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús!.
Jesus estaba frente a mí, lo ví cómo abría los cajones y leía mis fichas,una a una
I No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada.
No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me
miró con ternura a los ojos y me dijo:
algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en
especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del
suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones.
Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado : muchachos que a MÍ me
habían gustado!
habían gustado!
Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar de donde me encontraba. Este inmenso salón, con sus
interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.
Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi
memoria había ya olvidado.
Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los
ficheros al azar para explorar su contenido.
ficheros al azar para explorar su contenido.
Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de culpa
tan intensos que tuve que volverme para
ver si alguien me observaba.
El archivo "Amigos" estaba al lado de "Amigos que traicioné" y "Amigos que abandoné cuando más me
necesitaban".
tan intensos que tuve que volverme para
ver si alguien me observaba.
El archivo "Amigos" estaba al lado de "Amigos que traicioné" y "Amigos que abandoné cuando más me
necesitaban".
Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. "Libros que he leído", "Mentiras que he dicho", "Consuelo que he
dado", "Chistes que conté", otros títulos eran: "Asuntos por los que he peleado con mis hermanos", "Cosas
hechas cuando estaba molesta, "Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niña", "Videos que he visto"...
dado", "Chistes que conté", otros títulos eran: "Asuntos por los que he peleado con mis hermanos", "Cosas
hechas cuando estaba molesta, "Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niña", "Videos que he visto"...
No dejaban de sorprenderme los títulos.!
En algunos ficheros habían muchas
más tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba.
Estaba atónita del volumen de información de mi vida que había acumulado.
En algunos ficheros habían muchas
más tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba.
Estaba atónita del volumen de información de mi vida que había acumulado.
¿Sería posible que hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de esas millones de tarjetas? Pero cada
tarjeta confirmaba la verdad. Cada una
escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma.
tarjeta confirmaba la verdad. Cada una
escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma.
Cuando vi el archivo "Canciones que he escuchado" quedé atónita al descubrir que tenía muchísimas No vi su fin. Me sentí avergonzada, no por la calidad de la música, sino por la gran
cantidad de tiempo que demostraba haber empleado.
Cuando llegué al archivo: "Pensamientos ocultos! Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos
centímetros.. Me avergonzaba !. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido.
Me he asqueado al constatar que "ese" momento, escondido en la oscuridad, había quedado registrado... No
necesitaba ver más...
Un instinto animal afloró en mí. Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe de ver estas tarjetas jamás
.
Nadie debe entrar jamás a este salón..
¡Tengo que destruirlo!.
En un frenesí insano, arranqué un cajón, tenía que
vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola del cajón. Me desesperé
y trate de tirar con mas fuerza, sólo para descubrir que eran mas duras que el acero cuando intentaba
arrancarlas
.
Vencida y completamente indefensa,
devolví el cajón a su lugar.
vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola del cajón. Me desesperé
y trate de tirar con mas fuerza, sólo para descubrir que eran mas duras que el acero cuando intentaba
arrancarlas
.
Vencida y completamente indefensa,
devolví el cajón a su lugar.
Apoyando mi
cabeza al interminable archivo, testigo invensible de mis miserias, empecé a llorar. En eso, el título de un
cajón pareció aliviar en algo mi situación:
cabeza al interminable archivo, testigo invensible de mis miserias, empecé a llorar. En eso, el título de un
cajón pareció aliviar en algo mi situación:
"Personas a las que les he compartido lo bueno de mi !. La manija brillaba,
al abrirlo encontré menos de 10 tarjetas.
Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al
suelo
llorando amargamente de tristeza!. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie deberá entrar a este
salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.
al abrirlo encontré menos de 10 tarjetas.
Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al
suelo
llorando amargamente de tristeza!. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie deberá entrar a este
salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre.
Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡Oh no!, ¡por favor no!, ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús!.
Jesus estaba frente a mí, lo ví cómo abría los cajones y leía mis fichas,una a una
I No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada.
Intuitivamente Jesús se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus
ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza , me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de
nuevo. Él, se acerco, puso sus manos en mis hombros.
ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza , me llevé las manos al rostro y empecé a llorar de
nuevo. Él, se acerco, puso sus manos en mis hombros.
Pudo haber dicho muchas cosas. Pero no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día
en que Jesús guardó silencio... y lloró conmigo.
en que Jesús guardó silencio... y lloró conmigo.
Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba
su nombre sobre el mío....... ¡No!......., le grité corriendo hacia El.
su nombre sobre el mío....... ¡No!......., le grité corriendo hacia El.
Lo único que atiné a decir fue solo ¡no!, ¡no!, ¡no! cuando le arrebaté la ficha de su mano. Su nombre no tenía
por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su
nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste
y siguió firmando las tarjetas.
por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su
nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste
y siguió firmando las tarjetas.
No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me
miró con ternura a los ojos y me dijo:
Consumado es, está terminado, yo he cargado con tu culpa. En eso salimos juntos del Salón...
Salón que aún permanece abierto.... Porque todavía faltán más tarjetas que escribir...
Salón que aún permanece abierto.... Porque todavía faltán más tarjetas que escribir...
Aún no se si fue un sueño, una visión, o una realidad... Pero, de lo que si estoy convencida, es que la próxima
vez que Jesús vuelva a ese salón, encontrará más fichas de que alegrarse, menos tiempo perdido y menos
fichas vanas !
vez que Jesús vuelva a ese salón, encontrará más fichas de que alegrarse, menos tiempo perdido y menos
fichas vanas !