Zamora está situada al noroeste de la Península,
formando parte de la Comunidad de Castilla y León. Asentada a 652 m
sobre el nivel del mar, cuenta con una población de algo más de 65.000
habitantes. Fue reconquistada definitivamente en el siglo XI,
convirtiéndose en ciudad fronteriza en la línea defensiva del Duero,
frente a los territorios musulmanes del sur. De dicho siglo son los tres
castillos, de los que sólo queda uno, y las murallas que protegen a la
ciudad. El alcázar fue levantado en el siglo XII sobre la cima de la
colina, al igual que una serie de iglesias y la catedral,
que hacen de Zamora un verdadero ejemplo del románico en la Península.
El siglo de oro de la villa fue el siglo XII, momento en el cual se
configura la estructura urbana y la mayoría de sus edificios
representativos, además de aumentar su población hasta superar la
primitiva muralla. Un siglo después, sin embargo, Zamora entró en un
periodo de quietud al avanzar la Reconquista hacia el sur. Durante las
guerras por el trono castellano entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja,
ésta última estableció su Corte en la urbe. Son célebres también las
insurrecciones en la ciudad contra el poder real protagonizadas por el
Obispo Acuña. En el siglo XVI comenzó su declive debido a la pérdida de
habitantes, declive que se vio frenado a partir del XVIII. Estuvo
ocupada por los franceses tres años durante la Guerra de Independencia.
En los últimos 200 años ha experimentado un desarrollo que, aunque
lento, ha dejado algunas construcciones de notoriedad, sustentando el
título de 'Muy noble y Muy Leal', otorgado por Enrique IV de Castilla
ZAMORA Y EL ROMANCERO
Allá en Castilla la Vieja,
un rincón se me olvidaba;
Zamora lleva por nombre,
Zamora la bien cercada.
Estos versos en boca del rey Fernando I de Castilla y de León te dan la bienvenida a Zamora. Si tenemos en cuenta que el romancero está ligado a la historia de la ciudad y que son muchas las leyendas que se refieren a esta tierra y sus comarcas, parece obligado hacer una breve reseña histórica.
La situación de Zamora en un cerro elevado y bien defendido sobre el vado del Duero, parece ser la causa de los primeros establecimientos humanos en el solar zamorano. Excavaciones efectuadas prueban que Zamora estuvo habitada por el pueblo vacceo durante la Segunda Edad del Hierro y, tradicionalmente, se ha mantenido que en Zamora estuvo la mansión romana de Ocelo Duri. Zamora registró un intenso poblamiento durante los primeros siglos, que viene explicado por su posición de enlace en las vías o caminos de entonces y en su carácter de límite, primero para los pueblos prerromanos, después para las divisiones administrativas romanas y, posteriormente, para los pueblos germánicos que se instalan
aquí a comienzos del siglo V d.C.
Tras la invasión musulmana, Zamora, como
toda la Submeseta Norte, quedó semidesierta, ya que la población
cristiana buscó refugio en las montañas del Norte de España y sólo en
las comarcas más aisladas de las vías de comunicación
quedaron poblaciones residuales. Con el tiempo, comenzaron los
cristianos a avanzar hacia el sur, colonizando las tierras abandonadas.
Será con el rey Alfonso III el Magno con el que Zamora nazca como
ciudad-fortaleza. Dentro de esta política expansionista de la monarquía
astur, el rey Alfonso III restaura la ciudad de Zamora en el 893 con el
apoyo de mozárabes toledanos.
Fueron muchos los ataques y ocupaciones
que la ciudad de Zamora sufrió por parte de las tropas musulmanas. La
batalla más famosa, una victoria cristiana, tiene lugar en el año 901.
La batalla ha pasado a la historia como “ Jornada del Foso” o “Día de
Zamora” .
El
siglo XII es el siglo de oro de la ciudad de Zamora. Durante este siglo
se registra un florecimiento de la vida y de la construcción de
edificios de todo tipo,
religioso, civil y militar, que hace que el arte románico llene cada rincón de la ciudad. De esta fiebre por el arte le viene el sobrenombre actual de “Ciudad del Románico” .
religioso, civil y militar, que hace que el arte románico llene cada rincón de la ciudad. De esta fiebre por el arte le viene el sobrenombre actual de “Ciudad del Románico” .
Recorrido por la ciudad de Zamora
Contexto histórico
En Zamora, durante buena parte del siglo
X y del siglo XI fue la ciudad más importante de los reinos cristianos
de la Península Ibérica, tanto por el número de sus habitantes, como por
ser el centro de decisiones de poder. En ella nacen, viven y mueren
reyes; a ella llegan los ataques de los musulmanes y de ella salen las
expediciones de castigo contra ellos. En ella se gesta el concepto de
ciudad, con sus calles gremiales, sus centros religioso y político y sus
barrios de menestrales. Son los años en que el castellano empieza a
cobrar fuerza ante el latín y entre el pueblo llano comienzan a ponerse
de moda los romances de los cantares de gesta, que los juglares van a
difundir y el pueblo a repetir de boca en boca con múltiples variantes.
Estos romances exaltan hechos importantes de la Historia -y “ El Cerco
de Zamora” , con la muerte de Sancho II y el acceso al trono de Alfonso
VI es uno de los principales- y acciones guerreras de sus héroes -entre
los que el Cid o Bernardo del Carpio, ambos ligados a Zamora, van a
sobresalir-. Pocas ciudades como Zamora pueden mantener aún ese
ambiente medieval y muchos de los lugares en que se desarrollaron los
hechos relatados por los romances. Con este hilo conductor literario de
romances y leyendas proponemos hacer el recorrido por la provincia de
Zamora, visitando los lugares donde transcurren romances o suceden
leyendas, pero sin olvidar todos aquellos enclaves y monumentos
próximos, dignos de ser conocidos.
Hoy haremos un recorrido por los Romances Zamoranos y los lugares emblemáticos de la ciudad que nos evocan esos romances.
¿Qué es un Romance?
El romance es una combinación métrica
originaria de España que consiste en una serie indefinida de versos, en
la cual los pares presentan rima asonante y los impares quedan sueltos.
Los versos suelen ser octosílabos, pero pueden llegar a ser hexasílabos o
alejandrinos, aunque esto es mucho menos frecuente. Cuando los versos
se componen de menos de ocho sílabas, recibe el nombre de romance corto o
romancillo. Los romanceros oscilan entre 10-16 y 1350 versos. Los
épicos suelen ser más breves y los juglarescos más extensos. Pueden ser
del tipo épico (procedentes de los cantares de gesta) o líricos (de la
pastorela provenzal). Están recogidos en pliegos sueltos, libros,
cancioneros o romanceros.
Los romances mantienen buena parte de
los rasgos de estilo de las epopeyas de que derivan o en la que se
inspiran; o bien aplican a relatos de nueva invención o a versiones
poéticas de hechos históricos los hábitos expresivos de la tradición
épica: La base métrica de ocho silabas, la rima vocálica o asonancia,
determinadas fórmulas, procedimientos descriptivos…
El Cerco de Zamora
Antes de morir el monarca Fernando I,
divide sus reinos entre sus hijos, correspondiendo a Doña Urraca y a
Doña Elvira los señoríos de Zamora y Toro respectivamente. La
unificación del reino que el propio monarca Fernando I había conseguido
quedó separado con el reparto.
Mapa del reparto: A Sancho le
correspondió Castilla, Alfonso León, Asturias y Sanabria y a Don García
Galicia, Vizcaya y Portugal. Don Sancho en su afán por reunificar el
reino de su padre se enfrenta a sus hermanos, conquista Galicia y pone
en prisión a su hermano García se dirige a León y se lo conquista a su
hermano Alfonso y después tomó Toro, solo le quedaba Zamora que
pertenecía por la herencia a su hermana Doña Urraca. Don Sancho era
consciente de la importancia de esta ciudad amurallada, por eso la cercó
con sus tropas. El cerco duró siete meses y terminó con la muerte de
don Sancho a manos de Bellido Dolfos.
Todo esto pertenece a lo que conocemos
como “El Cerco de Zamora” y quedó plasmado en los Romances que dos
siglos después se escribieron.
Don Sancho pone cerco a Zamora
Don Fernando apenas muerto,
Zamora ya está cercada,
de un lado la cerca el rey,
del otro el Cid la cercaba.
del lado que el rey la cerca
Zamora no sufre nada;
del lado que el Cid la aqueja
Zamora ya se entregaba;
corren las aguas del Duero
tintas en sangre cristiana.
Habló el viejo Arias Gonzalo,
el ayo de doña Urraca:
-Vámonos, hija, a los moros
dejad a Zamora salva,
pues vuestro hermano y el Cid
tan mal os desheredaban.
Doña Urraca en tanta cuita
se asomaba a la muralla,
y desde una torre mocha
el campo del Cid miraba,
y desde allí le decía:
¡Afuera, afuera, Rodrigo,
el soberbio castellano!
Acordarte deberías
de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero
en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino,
y, tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas,
mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuelas de oro
porque fueses más honrado;
pensando casar contigo,
¡no lo quiso mi pecado!
Te casaste con Jimena,
hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros,
conmigo habrías estados;
dejaste una hija de rey
por tomar la de un vasallo.
Al oír esto Rodrigo,
volvióse mal angustiado:
-¡Afuera, afuera los míos,
los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha
una lanza me han tirado!
No traía el asta hierro
el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento,
sino vivir más penado!
Palacio de Doña Urraca
Así llamada porque en el tenía la reina
zamorana su residencia. Perteneciente al primer recinto amurallado. Su
puerta es de arco de medio punto y está protegido por dos cubos de
sillería. Llamada también Puerta de S. Bartolomé, de Zambranos, de la
Reina o de Doña Urraca, es la puerta más famosa del primer recinto
amurallado de la ciudad. A finales del siglo XIX, aprovechando las
antiguas dependencias militares que se conservaban, el palacio fue
destinado a posada; actividad que se mantuvo hasta los años cincuenta.
El rey don Fernando da Zamora a su hija doña Urraca
Morir os queréis, mi padre,que mujer que eso dijera
San Miguel os tenga el alma;
repartisteis vuestras tierras
a quien a vos se antojara.
Diste a don Sancho Castilla,
Castilla la bien nombrada;
a don Alfonso León,
con Asturias y Sanabria,
y a don García Galicia,
con Portugal la preciada.
¡ Y a mí, porque soy mujer,
me dejáis desheredada!
Marcharé por esas tierras
como una mujer errada,
mi lindo cuerpo daría
a quien más se me antojara;
a los moros por dinero
y a los cristianos por nada;
el dinero que ganare
lo emplearé por tu alma.
Allí preguntara el rey:
- ¿Quién es ésa que así habla?
Le respondió el arzobispo:
- Vuestra hija doña Urraca.
- Callades, hija, callades,
no digas esas palabras,
se merece ser quemada.
Allí en la tierra leonesa
un rincón se me olvidaba,
Zamora tiene por nombre,
Zamora la bien cercada;
de un lado la cerca el Duero,
del otro peña Tajada,
del otro la Morería;
una cosa muy preciada.
Quien os la quitare, hija,
mi maldición le caiga.
Todos dijeron amén,
menos don Sancho que calla.
Doña Urraca
Urraca Fernández (León, 1033 – 1101). Infanta de Castilla y León. Hija primogénita de Fernando I de
León y de su esposa, la reina Sancha. Heredó la plaza de Zamora tras el
reparto realizado por su padre antes de fallecer.
No está muy clara su parte en el
regicidio ejecutado por Bellido. Hay romances que la consideran
instigadora del mismo. Tras la muerte de su hermano Sancho, Urraca
continuó ejerciendo su señorío sobre la ciudad de Zamora, así como sobre
todos los monasterios del reino, honor que compartía con su hermana, la
infanta Elvira de Toro.
Fue una de las consejeras más
importantes de Alfonso VI, al que siempre protegió y con el que llegó a
actuar en la práctica como canciller del reino.
Don Sancho pone cerco a Zamora
Don Fernando apenas muerto,
Zamora ya está cercada,
de un lado la cerca el rey,
del otro el Cid la cercaba.
del lado que el rey la cerca
Zamora no sufre nada;
del lado que el Cid la aqueja
Zamora ya se entregaba;corren las aguas del Duero
tintas en sangre cristiana.
Habló el viejo Arias Gonzalo,
el ayo de doña Urraca:
-Vámonos, hija, a los moros
dejad a Zamora salva,
pues vuestro hermano y el Cid
tan mal os desheredaban.
Doña Urraca en tanta cuita
se asomaba a la muralla,
y desde una torre mocha
el campo del Cid miraba,
y desde allí le decía:
¡Afuera, afuera, Rodrigo,
el soberbio castellano!
Acordarte deberías
de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero
en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino,
y, tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas,
mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuelas de oro
porque fueses más honrado;
pensando casar contigo,
¡no lo quiso mi pecado!
Te casaste con Jimena,
hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros,
conmigo habrías estados;
dejaste una hija de rey
por tomar la de un vasallo.
Al oír esto Rodrigo,
volvióse mal angustiado:
-¡Afuera, afuera los míos,
los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha
una lanza me han tirado!
No traía el asta hierro
el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento,
sino vivir más penado!
Arias Gonzalo
El conde Arias Gonzalo, fue un
Aristócrata y Militar Zamorano, albacea del rey Fernando I de Castilla
del que nos ha llegado escasa información a nuestros días antes del
cerco de la ciudad de Zamora y únicamente a través de la tradición
conocemos a este paradigmático personaje.
Su protagonismo lo adquiere en el
momento de iniciarse el Cerco de Zamora por Sancho II, en el que tras el
magnicidio de éste a manos de Bellido Dolfos y el reto del capitán
Diego Ordóñez a la ciudad, el viejo Arias será el primero en defender el
honor de Zamora, al no permitirle luchar doña Urraca, envió uno tras
otro a sus cuatro hijos en duelo, los cuales mueren en combate frente a
Ordóñez en el Campo de la Verdad, salvado así la honra de la ciudad.
Zamora honra su memoria con una plaza y un Colegio Público a él dedicados.
Zamora honra su memoria con una plaza y un Colegio Público a él dedicados.
Arias Gonzalo arma caballero a su hijo Pedro para el combate
El hijo de Arias Gonzalo,
el más joven, Pedro Arias,
para responder al reto
velando estaba sus armas;
era su padre el padrino,
la madrina, doña Urraca,
y el obispo de Zamora
es el que la misa canta; estaban sobre la mesa
las nuevas y frescas armas,
dando espejos a los ojos
y esfuerzo a quien las miraba.
Salió el obispo vestido,
dijo la misa cantada,
y el arnés, pieza por pieza
bendice, y arma a Pedro Arias:
enlázale el rico yelmo,
que como el sol relumbraba,
adornado con mil flores,
cubierto de plumas blancas.
Al armarle caballero
sacó el padrino la espada,
y le dio con ella un golpe
diciendo aquestas palabras:
- Caballero eres, mi hijo,
hidalgo y de noble casta,
criado en buenos respetos
desde los pechos del ama;
hágate Dios tal que seas
como yo deseo que salgas:
en los trabajos sufrido,
esforzado en las batallas,
espanto de tus contrarios,
venturoso con la espada,
de tus amigos y gentes
muro, esfuerzo, esperanza.
No te trates con traidores
ni les mires a la cara;
a quien de ti se fiare
no le engañes, que te engañas;
perdona al vencido triste
que no puede tomar la lanza;
no des lugar que tu brazo
rompa las medrosas armas;
mas en tanto que durare
en tu contrario la saña,
no dudes el golpe fiero,
ni perdones la estocada.
A Zamora te encomiendo
contra don Diego de Lara,
que nada siente de honra
quien no defiende su casa.
En el libro de la misa
le toma jura y palabra.
Pedrarias dice: -Sí, otorgo
por aquestas letras santas.
El padrino le dio paz,
y el fuerte escudo le embraza,
y doña Urraca le ciñe
al lado izquierdo la espada.
Casa de Arias Gonzalo o El Cid
La Casa del Cid es un edificio civil de
estilo románico situado en la ciudad. Desde 1931 ha sido protegido al
haber sido declarado monumento histórico artístico. La Casa del Cid se
encuentra junto a la Puerta Óptima, de Olivares o del Obispo, esta
última denominación por estar abierta junto al palacio episcopal. Cuenta
con la peculiaridad de ser una de las escasísimas muestras de
arquitectura civil románica que se conservan en España.
Puerta de la Traición
Es una de las siete puertas por las que
se accedía a la ciudad amurallada. Está formada por un arco de medio
punto. Por esta puerta o postigo se dice que entró Bellido Dolfos
después de dar muerte al rey Don Sancho. Por eso es nombrada Puerta de
La Traición aunque el pasado año el ayuntamiento en pleno decidió
cambiarle el nombre por el de Puerta de La Lealtad. Desde hace algún
tiempo se ha creado un debate sobre si Bellido fue un traidor o un
héroe.
Romance de la muerte del rey Don Sancho
Rey don Sancho, rey don Sancho,
no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora
un alevoso ha salido.
Llámase Vellido Dolfos,
hijo de Dolfos Vellido,
si gran traidor es el padre,
mayor traidor es el hijo;
cuatro traiciones ha hecho
y con ésta serán cinco.
Gritos dan en el real
¡a don Sancho han malherido,
muerto le ha Vellido Dolfos,
gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto
metióse por un postigo;
por las calles de Zamora
va dando voces y gritos:
-¡Tiempo era doña Urraca
de cumplir lo prometido!
Bellido Dolfos:
Vellido Dolfos (también aparece como
Bellido Dolfos e incluso como Vellido Adolfo) fue un legendario noble
leonés o gallego muy conocido por aparecer en los cantares de gesta, el
romancero y las crónicas medievales como el autor de la muerte del rey
Sancho II de Castilla el 7 de octubre de 1072.
Según la Crónica, Bellido salió de
Zamora y se acercó al campo castellano, ofreciendo vasallaje al Rey Don
Sancho, y prometiendo enseñarle una entrada secreta a la ciudad. Don
Sancho le colmó de honores.
Un día, con el pretexto de enseñar al
Rey el portillo secreto, ambos se alejaron, y a la orilla del río el Rey
sintió la llamada de la naturaleza y se apartó para hacer sus
necesidades, alargándole a Bellido el venablo dorado que siempre llevaba
consigo. Dio muerte al rey y entro a Zamora por la Puerta de La
Traición.
El Castillo:
El castillo de Zamora se encuentra en la
parte noreste de la ciudad. Situado sobre una elevación natural del
terreno, a la que se adapta y que le confería gran poderío defensivo, el
Castillo de Zamora, que nunca fue un castillo palaciego sino una
fortaleza en la que protegerse y desde la que proteger la ciudad, fue
construido hacia mediados del siglo XI por el Rey Fernando I, primer
unificador de las coronas de Castilla y de León.
El Castillo, de forma romboidal, está
compuesto por una serie de estructuras concéntricas: foso, contrafoso,
liza, estancias y patio interior. Todo el edificio está flanqueado por
un foso de gran profundidad que lo convertía en un fortín fácil de
defender. De hecho, y según narra el Romancero, la ciudad aguantó un
cerco de más de siete meses, a cuya defensa contribuyó decisivamente el
Castillo.
Santiago el Viejo o de los Caballeros
Se halla a extramuros de la ciudad, en el barrio de Olivares. El dato documental más antiguo conservado la da como construida en el año 1168, luego es anterior a esta fecha. Esta iglesia está íntimamente ligada al romancero zamorano. Según la tradición, aquí eran armados caballeros los nobles de la ciudad y lo fue también el Cid Campeador.
El Campo de la Verdad
Las fincas cercanas a esta iglesia, llanas, se denominan el “Campo de la Verdad”, por ser en este espacio en el que se demostraba en duelo la verdad de las acusaciones. Situado entre el río Duero y la carretera de Alfaraz, frente a las murallas y al Castillo, por el Campo de la Verdad pasaron personajes de la historia y la literatura castellano-leonesa como el Cid, doña Urraca o los reyes Sancho II y Alfonso VI. En este espacio se celebró el combate entre los hijos de Arias Gonzalo y Diego Ordóñez.Combate en el que mueren Pedro, Diego y Fernando Arias
Por la puerta de Zamora
sale Pedro Arias armado
a combatir con don Diego
que alevoso le ha llamado.
Hallolo en el campo puesto,
y así lo ha saludado:
- Sálveos Dios, don Diego Ordóñez,
y él prospere vuestro estado;
hágaos en armas dichoso,
y de traiciones librado;
sabed que soy venido
para lo que está emplazado;
a libertar a Zamora
de lo que le han levantado.
Y aquesto dice don Diego,
con soberbia y muy airado:
- Todos juntos sois traidores;
por tales os habéis dado.
Ambos vuelven las espaldas
por tomar lugar en el campo;
ambos se encuentran a un tiempo
con ánimo denodado;
las lanzas hacen astillas
con el golpe que se han dado;
ningún daño han recibido
por estar muy bien armados;
ponen mano a las espadas,
nueva lid han empezado.
Don Diego dio en la cabeza
a Pedro Arias desdichado,
le ha cortado todo el yelmo
con gran pedazo del casco.
Pedro Arias, de que esto vio,
malherido y lastimado,
abrazose como pudo
con el cuello del caballo;
sacó fuerzas de flaqueza,
y aunque estaba mal parado,
queriendo herir a don Diego,
lo ejecutó en su caballo,
por ser ya tanta la sangre,
que la vista le ha quitado;
por lo cual el sin ventura
Pedro Arias el castellano,
subió el alma al claro cielo
y el cuerpo queda en el campo.
Después que don Diego Ordóñez
a Pedro Arias muerto había,
el rostro vuelto a Zamora,
a grandes voces decía:
- ¿Dónde estás, Arias Gonzalo,
que el segundo hijo no envías?
Ya el primero era difunto,
ya llegó el fin de sus días,
ya acabó su juventud,
ya acabó su lozanía.
El conde envió al segundo,
que Diego Arias se decía;
don Diego sale al encuentro,
nuevo caballo traía.
Presto le hizo tener
a su hermano compañía,
lo cual viendo el viejo conde,
aunque gran dolor sentía,
mandó salir al tercero
no sin temor que tenía.
Llorando de los sus ojos
dice: – Hijo, en este día,
haz como buen caballero;
venga tu infamia y la mía,
que, pues sustentas verdad,
hijo, Dios será en tu día.
Mira tus hermanos muertos
sin culpa, por mi desdicha.
Hernando Arias, el tercero,
al palenque se salía;
mucho mal quiere a don Diego,
cualquier daño le haría,
si fortuna le ayudase,
que esfuerzo y fuerzas tenía.
Vanse el uno para el otro
con destreza y valentía;
hiérense animosamente,
muestran cuán mal se querían;
hiere a don Diego Hernando Arias,
muy mal herido lo había;
herídolo había en el hombro
que el brazo alzar no podía.
Don Diego furioso de esto,
dio a Hernando una herida;
herídolo ha en la cabeza,
al casco llegado había
……………………………….
……………………………….
lleva huyendo a don Diego,
por todo el campo huía,
y así quedó sin saber
si la honra suya sería;
mucho quisiera don Diego
volver, mas no consentían
los jueces ni siquiera
dar licencia a su porfía.